El ambiente era excitante, todos vestidos de blanco en nombre de la paz. Conmemorar el día designado para la paz mundial había congregado a cerca de quinientas almas en la plaza que entre globos, palomas y pancartas, observaban con atención al predicador que exhortaba con voz parsimoniosa a la unión, a la fraternidad y tolerancia. Algunos visiblemente emocionados lloraron y estrecharon sus manos, otros levantaron los brazos buscando tal vez el espíritu de Dios suspendido en el aire, mientras algunos de los congregados repartían volantes por aquí y por allá; me dí cuenta que los ojos de Héctor con ilusión aguardaban por alguno de los repartidores, entonces en voz baja me dijo... “están repartiendo la palabra de Dios”, cuando al fin uno de aquellos panfletos llegó a sus manos, lo observó para acto seguido enrollarlo y sonreír intentando disimular su decepción. Entonces me dijo: “¡Bah!, es solo propaganda política”.
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Enlace: Julio Cortázar “Instrucciones para sentirse bien” 
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