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martes, 27 de enero de 2009

"Cinaroas" II


Yo, ciudadano
“Cinaroas” II
Gustavo Martínez Castellanos

Mis problemas para recoger el premio en Culiacán empezaron en el 2005 cuando inició el gobierno de Félix Salgado en Acapulco y Aída Espino, reinstalada en el puesto de Directora de Cultura, me llamó para trabajar ahí con ella. Y yo acepté.
De 2006 a 2007 impartí talleres, di conferencias y presenté libros para la Dirección de Cultura con una promesa de pago por mis servicios que, intuía, jamás se iba a cumplir: Fabiola y Félix habían prometido a Aída que pagarían su indemnización y a todos los profesionistas que habíamos trabajado con ella. Pero nunca firmaron nuestros contratos.
Aída les creyó. Yo no, pero continué trabajando con ella porque sabía que si la dejaba sola Félix, Fabiola, Citlali, su esposo Marquines, y El Sur la iban a hacer pedazos. La defendí no sólo por cortesía, sino movido por un sentido de la justicia. Ella estaba sola.
En septiembre de 2007 la defenestraron y al siguiente mes fundamos -sin dinero y sin apoyo- la Promotoría Cultural “Aída Espino”. La otra razón por la que continué trabajando con ella fue porque siempre había querido hacer algo por mi gente y por mi ciudad.
Pero a tres años de trabajar sin paga yo ya estaba descapitalizado y lleno de deudas.
Por ello, el 14 de noviembre de 2008, cuando la Licenciada Maritza López me informó que había ganado el premio Gilberto Owen pensé que si había justicia en el mundo esta no era humana, sino divina porque el premio evitaba mi colapso financiero.
Por ello y por otras razones no podía ir solo a recibirlo. Di la noticia a mi familia y mis hermanos me propusieron acompañarme también.
Trazamos rutas, horarios y presupuestos hasta altas horas de la noche. Sin embargo mi enlace con Culiacán quería que yo llegara antes y en avión. Volvimos a reunirnos y a presupuestar, pero irnos en la compañía que mi enlace había dispuesto nos saldría en un ojo de la cara. Mis hermanos lo pensaron un poco más: “Está muy caro”, “Mejor te vas solo”. Cuando todos se echaron para atrás decidí irme en camión que era la opción más económica aunque fuera un viaje de 24 horas sin escalas. El enlace volvió a llamarme: Necesito que me asegures que estarás aquí para la premiación. Su forma de presionar era buena, llamaba a mi casa y preguntaba por un Gustavo con otros apellidos; mi esposa contestaba y corroboraba mi nombre. A la cuarta o quinta vez que llamó así, mi esposa se quejó: O le pides que diga bien tu nombre o no vuelvo a recibirle las llamadas ni los recados. Lo hice a través de un e-mail que él respondió de una forma muy fresca que fue la misma que propició que a fuerzas de decir mal mi nombre cometiera un error que tuvo que subsanar en tiempos muy castigados.
Yo no podía ir a recibir ese premio solo, para mi es muy importante, debía encontrar una solución económica y en menos tiempo. La hallé en dos compañías de aviación. El siguiente problema era enfrentar la estancia. Sin dinero no podía llegar con mi familia con antelación ni quedarme un día más siquiera. Así que trazamos un viaje de un solo día: el de la premiación. De esa manera yo cumpliría con estar en la ceremonia y en compañía de mi esposa y mi hija y todo mundo estaría contento. Me equivoqué: el enlace insistía en que debía llegar antes: “Vente tú en el vuelo que te damos y que tu familia llegue después”. Yo soy incapaz de hacer algo así ¿cómo rayos viajaría en una opción de lujo y mi familia en otra? No accedí. Respondí en un e-mail que cuando la hospitalidad del opimo estado de Sinaloa resolviera ese pequeño problema mío con cargo a su cuenta yo llegaría con la antelación que él exigía. Creo que eso tampoco le agradó pero dejó de insistir.
Pedí prestado una vez más para comprar mis boletos y los de mi familia y para enfrentar cualquier imponderable. Aquello fue digno de un texto de Dickens: todo mundo me daba crédito con cargo a un cheque que aún no recibía. Prometí pagar todo en cuanto regresara y me depositaran también el monto de mis boletos de avión. Hasta hoy, a dos meses de distancia, el enlace no lo ha depositado. A lo mejor ya se le olvidó. Quién sabe.
Esas fueron las complicaciones mayores. Las menores consistieron en comprar ropa abrigadora en Acapulco donde no consigues una chamarra de lana ni matando. Reservar hotel en Toluca que era el punto de escala, ajustar otra vez algunos compromisos y clases porque cambiaron el lugar de la ceremonia y el día cuando yo ya había deshecho compromisos para el día 28 de noviembre que había sido la fecha oficial.
El viernes 04 de diciembre unos policías, molestos porque Félix les robó parte de su aguinaldo y su bono, bloquearon avenida Cuauhtémoc y paralizaron la ciudad. Nuestro vuelo era a las ocho y media p. m., salimos de casa a las cinco, y media hora después aún no conseguíamos taxi. Mi hermano José llegó al rescate: tomando atajos y metiéndose en sentido contrario consiguió llegar a la costera y dejarnos a las seis y media en el aeropuerto.
Ahí, en la soledad de las instalaciones, me di cuenta por primera vez que algo estaba por cambiar. Todo mundo me había dicho que el monto del premio era lo más importante, yo accedía pero replicaba que la relevancia estaba en la posesión de ese título al que había aspirado desde el día en que metí por vez primera un grupo de cuentos de mi autoría a un sobre manila y lo envié a Culiacán, nueve años atrás. Gané otros concursos pero ése se me había negado año con año. Ahora iba a ser mío. Miré a mi esposa y a mi hija, miré mis maletas. Recorrí con la vista el aeropuerto y dije: Qué cosas. Estaba ahí, con muy poco dinero en el bolsillo y mi familia a mi lado en un viaje hacia una lejana ciudad en donde me entregarían un reconocimiento y un cheque por mi libro de cuentos. Entonces sonreí, di gracias a Dios y me puse en sus manos. E hice bien. Porque sigo sin entender cómo es que, sin dinero, fui y regresé en 48 horas exactas de una ciudad tan lejana sin un solo error.
Hace unos días una alumna me saludó con esta frase: “Lo logramos profe”. No supe qué habían logrado hasta que ingresé nuevamente a la página de TV Pacífico en donde está el video de la premiación con una breve entrevista con mi apellido cambiado (¿será cosa de sinaloenses?) Mi hija la había encontrado mucho antes y había escrito: “El apellido del escritor no es Mendoza, es Martínez” y pedía que lo corrigieran. Luego me envió el link. Vi la entrevista, agradecí el espacio y envié saludos a los maestros Sergio Jacobo y Vicente López y a la licenciada Miranda. Luego Ro, otra alumna, me envió el link en su blog, abrí la página y vi que ella también pedía que corrigieran mi apellido. Envié el link del blog a mis hermanos, amigos y otros alumnos y lo olvidé.
Cuando aquella alumna me dijo “Lo logramos profe” abrí otra vez la página y encontré una buena cantidad de felicitaciones con la misma observación: “El apellido del escritor no es Mendoza, es Martínez”. Observé una vez más el video y pude ver que habían corregido la errata. Quiero agradecer nuevamente a Denisse Meléndrez de Tv Pacífico todas sus gentilezas, aunque estaba un poco contrariado la noche de la presentación –por algo que contaré en otra entrega–, debo decir que me sentí muy contento de que ella me entrevistara. A Ro, Pao, Isa, Liz, Gaby, Maricarmen, Carlos, Alex y Enrique Raviela, Martín, Miguel y Roberto muchísimas gracias por sus palabras. El Sur y La Jornada dicen tantas tonterías de mi que los comentarios de ustedes que son mis amigos me confirmaron que he hecho lo correcto. Sólo falta que Aída lo visite. Abrazo a todos y reenvío el link:
http://www.tvgrupopacifico.com.mx/news/noticia-display.php?nota=9519&param=1
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

2 comentarios:

  1. Es una labor realmente loable la que lleva a cabo este autor. A pesar de que en este Acapulco nuestro todo parece cernirse en contra de la cultura, y de que en el gobierno municipal hay mucha gente interesada en hacer las cosas mal.
    Después de saber por las que ha tenido que pasar para llegar a sus metas, el reconocimiento y admiración que siempre le he profesado, se unen al cariño entrañable que le brindo como amigo.
    Como dijo Rudyard Kipling: No desistas.

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  2. Gracias a Ro por darle espacio a mi texto, gracias a Enrique por darle espacio a mi amistad en su corazón. Gracias a los dos por darle espacio a lo que soy en sus vidas.
    un abrazo
    gmc

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"Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad"

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